A pesar de todas las señales de alarma que ha traído consigo la crisis energética, se siguen sin dar los pasos necesarios para atajar la raíz del problema, algo de especial gravedad teniendo el invierno a la vuelta de la esquina y sabiendo de la urgencia que requiere actuar para evitar las peores consecuencias de la crisis climática, pues ambas crisis se encuentran íntimamente relacionadas.
Estas crisis no afectan a todas las personas por de la misma forma, ni todo el mundo ha contribuido a ellas de igual manera. Y es que son las personas con menos recursos económicos las que más dificultades encontrarán para adaptarse a los cambios que se avecinan, pero son también ellas las que menos han hecho por llevar al planeta a la situación en la que está. Una paradoja que casualmente machaca a las de abajo y protege a quien es gran responsable de los problemas que ahora afrontamos.
Es por ello que llamamos a la movilización el próximo viernes 23 de septiembre organizada de manera a nivel global, y lo hacemos para demandar un cambio que ponga en el centro a las personas, los cuerpos, los territorios y la Tierra, sin dejar a nadie atrás, donde tener acceso a la energía sea un derecho, no un privilegio.
Porque no hay justicia climática sin justicia social.
¿Quieres saber más? Aquí dejamos nuestro manifiesto.
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